domingo, 6 de febrero de 2011

El tiempo de los pinchos

               Con las primeras nevadas es hora de que los montañeros vayan poniendo a punto su material de nieve y hielo: cuerdas especiales, estacas, tornillos, botas de suela rígida y sobre todo: crampones y piolets.

            El primer gran peligro de los terrenos nevados es el deslizamiento. Cualquier persona que haya tenido que andar por una calle helada sabrá muy bien hasta que punto es deslizante esta superficie y cuan difícil es progresar sobre ella sin dar con nuestros huesos en el suelo. ¡Ah!, dirán algunos, pero si el peligro sólo fuera caer al suelo, apenas a unos dos metros de nuestras cabezas…

            Efectivamente, los montañeros sumamos a esta característica del terreno helado otras dos que multiplican exponencialmente el peligro de una caída: la verticalidad y el desnivel. La primera apunta a que una vez en el suelo, empezaremos un rápido descenso incontrolado y la segunda, a que nos pararemos varios cientos de metros más abajo. Un panorama nada halagüeño que haremos bien de tratar de evitar por todos los medios.

            Sin duda el método más infalible para no caer por una pendiente nevada es no estar en ella. No obstante como esta sugerencia corre a cargo de familiares y amigos, que con tanta ingenuidad como cariño, no se cansan de repetírnosla, se la dejaremos a ellos y la obviaremos aquí.

            Si, bien consciente de los peligros que conlleva, decides introducirte en la montaña invernal, ten por seguro que el mejor método para mantenerte a salvo proviene primero, de grandes dosis de sentido común, y después, de la interacción entre una buena preparación y unas buenas herramientas.
           
            Una buena preparación es física, mental y técnica. Física, el montañismo es un deporte (de los duros), que exige siempre rápida capacidad de respuesta y precisión (enemigos del cansancio). Mental, es esencial saber gestionar bien el riesgo, tener los nervios templados, ser positivo (lo que se consigue yendo poco a poco, reflexionado y analizando). Técnica, más importante aún que la calidad de nuestro equipo es nuestra habilidad para sacarle el mayor rendimiento.

            En definitiva, un preparación óptima, significa realizar ejercicio regularmente; instruirnos sobre rutas, seguridad, técnica; realizar actividades de dificultad y dureza progresiva; ir tomando mayores niveles de responsabilidad en las salidas, acudir regularmente a cursos de formación y perfeccionamiento y sobre todo, rodearnos de montañeros experimentados que potencien y respalden todas estas facetas de nuestra formación.  

En cuanto a las herramientas, el ABC está mucho más clarito y es mucho más fácil de seguir, empieza por dos palabras: crampones y piolets. Los primeros van a hacer que no te caigas, lo segundos, que si tienes la mala suerte de caerte, te puedas frenar. Aunque recuerda que “más importante que la calidad de nuestro equipo es nuestra habilidad para sacarle el mayor rendimiento.”